Carrascoy - Majal Blanco
Cuando empecé a ver gente apuntándose para subir a Carrascoy a primeros de septiembre no me sentí muy motivado. La subida que hicimos en junio fue muy dura debido al calor y las moscas, así que decidimos que la próxima debería ser cuando refrescara.

Lo que me terminó de decidir fue la iniciativa de buscar una ruta que enlazara con El Majal Blanco siguiendo los pasos del amigo MN, y para colmo el hallazgo, a través de Google Earth, de un nuevo cortafuegos que habían hecho hace poco siguiendo casi exactamente los pasos de MN.

De camino al inicio de la subida, reina el buen ambiente y vamos comentando la suerte que tendremos si se mantienen las nubes y el amigo Lorenzo no nos saluda con su ardiente abrazo.
Después de las fotos de rigor junto al cartel de “Centro Emisor” comenzamos la subida y enseguida se empieza a estirar el pelotón.



Cuando estoy llegando a su altura le llamo por su nombre y veo que sigue sin aumentar el ritmo, así que al pasarlo le digo: “¿Es que no has guardao perricas?” y me contesta “Es que no tengo”. Va a ser la primera vez que llego arriba antes que él. Parece que las palizas de este verano con los madrileños y los cartageneros han servido para algo.

Una vez arriba y después del avituallamiento y las fotos, esperamos a los últimos para tirarnos hacia el Majal Blanco. Raspa llama por teléfono para decir que quedan dos o tres y que lo esperemos, pero la gente está muy impaciente y se empiezan a bajar los que se van a volver por la carretera, pero les siguen los demás y cuando me doy cuenta estoy solo con Pepegar, pero no puedo dejar tirado a Raspa después de que ha ido de escoba todo el camino.
Me bajo un poco por la carretera a buscarlo y me lo encuentro a un kilómetro tirando de un Belmonte desencajado que ya no puede con su alma, pero que está decidido a llegar arriba y a bajarse por el cortafuegos.
Le echo una mano a la espalda y le empujo durante unos metros, cosa que agradece bastante, y por fin llegamos arriba. No se ve a los demás. Vamos a tener que correr para cogerlos en la bajada.

Cuando me estoy levantando veo pasar a Belmonte muy descontrolado y con los pies fuera de las calas, teniendo como resultado una caída unos metros más abajo. No se rompe nada pero decide volverse por la carretera porque no sabe lo que se va a encontrar más adelante y yo creo que hace lo correcto porque no parece un camino para bajarlo con las fuerzas mermadas.

Un poco más adelante nos encontramos con el resto del equipo que arrastran sus bicicletas en fila india por el cortafuegos. Vistos desde aquí parecen los porteadores de las películas de Tarzán.

En una de las paradas un compañero me advierte de que la rueda de atrás se mueve hacia los lados y al bajarme compruebo que se ha salido uno de los tornillos del basculante trasero y está a punto de salirse el eje que apretaba.
Intentamos encontrar un tornillo similar pero al final no queda más remedio que sujetarlo con unas bridas para que, al menos, no se salga el eje.
Esto me priva de algunos saltos en las bajadas, pero tengo que ir con cuidado si no quiero quedarme sin la parte de atrás de la bici.

Cruzamos los cultivos sin mayores complicaciones y al llegar a una bajada rápida que termina en una curva veo una bicicleta tirada en un cortado de un metro y medio que va a parar a un campo labrado. Detrás está IceFork cubierto de polvo levantándose ayudado por Trucker, que, eso sí, antes de ayudarle y como ve que no se ha hecho nada grave, inmortaliza el momento con su cámara.
Yo también me paro y mientras estoy haciendo una foto, un compañero que baja muy rápido me empitona por detrás y casi acompañamos los dos a IceFork en el sembrado.

Mi rueda trasera parece que va a peor, así que me bajo y compruebo con horror que se ha partido una de las vainas por la parte que va al pedalier. Ahora si que se ha acabado la diversión de verdad.
Más abajo nos espera un grupo que se está deleitando con los saltos de Dani de Mundobici, que para eso ha sido dos veces campeón del mundo de trialbici.
Ya estamos en Torre Guil y la última parte es una trialera muy divertida que ya he bajado en otras ocasiones, pero que esta vez, con mi montura herida de muerte, tendré que dejar para otra ocasión.
Me bajo al bar que hay al final de la carretera de Torre Guil y llego a tiempo de ver los últimos minutos del partido y la entrega de trofeos. Poco después se me unen Raspa, Roolez, Rosita y algunos más y disfrutamos de unas merecidas cervezas antes de irnos a comer unas costillitas a la brasa a la Venta del Peretón, que es la mejor forma de terminar un estupendo día como este.
Esto habrá que repetirlo y pronto.
Saludos parcelarios.

