II Concentración MTB Coto Cuadros
Aquí tenemos por fin la II Concentración Coto Cuadros, organizada por los amigos del Club Ciclista Santomera. Y aquí nos hemos reunido varios “Amigos de La Cabra”, en sustitución de Los Parcelas, que no han podido o no han querido jugar en casa esta vez.
El buen ambiente reina en la recogida de dorsales y van llegando poco a poco las cabricas al redil.
La salida se hace desde la presa del pantano y la primera subida se dirige a las antenas. He hecho muchas veces esta subida, pero siempre al final de la ruta y no al principio. Así que como ahora voy más fresco la disfruto mucho más.
Bajamos por detrás de las antenas y después de dar unas vueltas cruzamos la carretera por debajo y nos metemos de lleno en El Coto, donde empezamos a disfrutar de lo lindo con las sendas y los saltos, de los que no me pierdo ni uno.
Después de pasar de nuevo por la salida, llego a un sitio que parece estar cortado por una cinta y tengo que buscar el camino. Menos mal que llega Raspa por detrás y me saca de la duda. Esta sería la única ocasión en que perdí la ruta, porque en general estaba muy bien señalizada. Estos chicos de Santomera se han pegado un curre de muerte.
Un poco más adelante y en una repentina subida, a Raspa le da un tirón en un gemelo que ya no le abandonaría en toda la carrera y que lo haría sufrir de lo lindo.
Y yo para no ser menos empiezo a recibir avisos de mi maltrecha espalda, que amenaza con dejarme una semana en reposo (ya lo ha hecho otras veces), así que tengo que bajar el ritmo para intentar al menos terminar la carrera sin una dolorosa contractura.
En un cruce nos encontramos al amigo Siscar repartiendo gomitas (eran gomas del pelo que se utilizaban a modo de testigo de paso, no penséis mal) y nos paramos un rato a hacerle compañía y a reponernos, mientras Manolo arregla un pinchazo.
La ruta discurre por sendas, trialeras y ramblas, algunas de las cuales no había visto nunca, a pesar de que he trillado bastante El Coto, pero es que esto es enorme y necesitarías más de una vida para conocértelo entero.
La anécdota simpática de la jornada la protagoniza uno de estos organizadores que, al principio de una dura subida, al vernos pasar nos grita: “Meterle el turbo que no subeis”. Si es que hay que ser un monstruo para darle ánimos a los demás después de tirarte cuatro horas de pié al sol.
Los últimos kilómetros se hacen un poco duros, sobre todo para Raspa y para mí, que vamos lesionados. Y las ramblas que llevan a la meta, aunque muy divertidas, no le sientan nada bien a su gemelo ni a mi espalda. Suerte que la compañía de Raspa y de Pepegar, que son unos monstruos, ayuda a mitigar el sufrimiento.