01 mayo 2006

El Majal Blanco

Hoy tenemos una hermosa mañana de sábado por delante y seguro que también bastante barro, ya que anoche estuvo lloviendo de lo lindo, así que tres bicicleteros llamados Manolo, Jose y Jesús han decidido acercarse a Torre Guil en busca de la mítica ruta llamada El Majal Blanco, que los amigos de Los Zorros les mostraron en cierta ocasión y de la que guardan gratos recuerdos.

Salimos a las 9:45 desde el Hospital Mesa del Castillo y nos dirigimos hacia Torre Guil cruzando por numerosos caminos que pretenden evitar el asfalto, pero que van cubriendo los tacos de nuestras ruedas con capas y capas de pegajoso barro.

Llegamos a la urbanización y buscamos la ruta, intentando recordar por donde pasamos la otra vez, porque hace ya bastantes meses que la hicimos y no hemos vuelto desde entonces.

Finalmente, entre la buena memoria de Manolo y lo poco que yo me acuerdo, conseguimos seguirla, más o menos, ayudados por las indicaciones de los carteles que nos encontramos de vez en cuando.

En un punto del camino nos sentimos tentados de subir por un camino que creemos que conduce al Pico del Aguila, pero llevamos a Jose que no ha dormido esta noche y que va pidiendo clemencia, por lo que decidimos abordar la bajada y nos dirigimos por una trialera muy divertida que nos lleva a “La gran cuesta”, la cual intentamos completar uno tras otro sin conseguirlo.

Un poco más adelante Jose sufre un llantazo que le deja la cámara para el arrastre. Se le ha olvidado la cámara de repuesto encima del piano, por lo que nos ofrecemos a dejarle la nuestra, pero el genial mecánico que le ha ensanchado los agujeros de las válvulas para que acepten válvula gorda no ha tenido la precaución de comprobar que entraba por el agujero y ahora no puede poner nuestras cámaras.

No nos queda más remedio que arreglar el pinchazo, que resulta ser una raja y que después resultan ser dos, por lo que, dos parches y media hora más tarde estamos en disposición de continuar la marcha.

Seguimos bajando a toda mecha por unos caminos embarrados y al llegar a una amplia curva, sin peligro si el terreno estuviera seco, se me va la rueda de delante y pego un trastazo que me deja el culotte roto y una bonita roncha en el trasero. Detrás de mí vienen Manolo y Jose, el cual está a punto de seguir mis pasos, si no es porque le advierto con un grito de que tenga cuidado en la curva.

Un poco más adelante Manolo nos demuestra que él también sabe hacer cosas cuando se le engancha la zapatilla en el pedal a causa del barro y se cae en una pequeña rampa.

Y cada uno con su historia nos dirijimos hacia Murcia donde nos espera un lavado para las bicicletas, que llevan barro hasta en las orejas, y unas cervecicas para los sufridos bicicleteros, que tampoco van muy limpios que digamos.

Saludos parcelarios.

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